15/11/2024

nada personal, solo información

José Manuel Abascal, en la antesala del Cross de Itálica 2024

https://www.rfeacontent.es/biografias/antiguas/hombres/mediofondo/abascal_josemanuel.pdf

Durante este 2024 no dejamos de recordar  el 40 aniversario de su histórica medalla de bronce en el mil quinientos de Los Ángeles 1984

Tan unido a la tradición y a las campas que forman parte del nacimiento del atletismo español, no podemos entender la historia de nuestro fondo y medio fondo sin los dos elementos que han formado parte de su alma desde sus propios orígenes: el barro del cross en el invierno y el sol de las pistas de ceniza y tartán en los meses de más calor.

Tanto es así que, hasta en el caso de las grandes leyendas de nuestro atletismo que en principio parecen más ajenas al campo a través, como es el caso de José Manuel Abascal (Alceda, 1958), durante este 2024 no dejamos de recordar  el 40 aniversario de su histórica medalla de bronce en el mil quinientos de Los Ángeles 1984 por detrás de Sebastian Coe y Steve Cram, pero durante estos días ha regresado también al primer plano de la actualidad gracias al recuerdo  que el cross de Itálica está realizando de su gesta en 1987 cuando acabó segundo en las antiguas ruinas romanas de Santiponce, sólo superado por el subcampeón mundial de cross Paul Kipkoech y en lo que sigue siendo el mejor resultado de siempre de un corredor español en la prueba sevillana desde que se hizo internacional.

“No es por vanagloriarme, pero aquel cross de Itálica fue una de las mejores carreras de campo a través que hice en mi vida”, comienza a confesarnos el propio José Manuel Abascal al mismo tiempo que recuerda entre risas la emoción con la que le abrazó el célebre impulsor y organizador de la prueba Felipe del Valle en la línea de meta después del enorme esfuerzo que había hecho apostando por la presencia de un atleta tan simbólico en su carrera, inmensamente feliz por su segundo puesto, pero preocupado por el bonus económico de un resultado que nadie podía haber imaginado.

“Si había barro estaba perdido, pero aquel día el circuito parecía una pista y, al llegar en un gran estado de forma y sin ninguna presión ni responsabilidad, me salió una carrera magnífica – continúa el corredor cántabro –. Salí atrás, dispuesto a aguantar lo que fuera y, cuando a falta de dos mil metros me vi en el grupo delantero, supe que iba a ser muy difícil que se me escapara la carrera, al mismo tiempo que empecé a pasar a figuras del calibre de Fernando Mamede, los hermanos Castro o a los grandes especialistas británicos”.

“Para Gregorio Rojo, mi entrenador, el campo a través era la base de la preparación del verano y cada invierno corría tres o cuatro croses que me servían para coger fuerza y resistencia y, sobre todo, para aprender a sufrir. Sin duda fue un medio perfecto para seguir mi camino en el mil quinientos y, en mi caso, siendo además un corredor de medio fondo largo, me ayudó muchísimo para hacer aquel 13:12.49 en Oslo junto a José Luis González que fue una de las mejores marcas mundiales de aquel mismo año de Itálica”.

No en vano, en la propia biografía deportiva de Abascal encontramos dos puntos de inflexión fundamentales íntimamente ligados con el campo a través: por un lado, la primera carrera de su vida que tuvo lugar en un cross escolar en Zaragoza en el que se impuso por delante de doscientos niños con unas viejas botas de fútbol con los tacos totalmente desgastados; por otro lado,  la primera prueba que disputó después de sus primeros meses entrenando en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona bajo la dirección de Rojo, un cross en Sant Hilari con sólo 16 años y con unas zapatillas prestadas por Javier Moracho que le quedaban pequeñas y en la que se impuso al entonces imbatible Jaime López Egea, con quien comenzó una rivalidad juvenil llamada a marcar una época en Cataluña.

“Correr es la expresión más pura de libertad que existe y unos de mis mejores recuerdos de cada temporada eran los cuatro o cinco meses de invierno en los que los bosques se convertían en nuestro segundo hogar, tanto en el bosque de Can Deu, cuando estaba en Barcelona e íbamos allí los fines de semana, como en el bosque de Liencres en el que entrenaba en Cantabria, continúa Abascal describiendo su relación como corredor con la naturaleza que luego trasladaba a las carreras de campo a través en las que participó y que tanto recuerda a las emociones y sentimientos que siempre abanderará Carmen Valero.

“En cuanto entraba en estos bosques sentía que se me elevaba el espíritu y, aunque eran días en los que sufrías muchísimo, siempre sentía que el entrenamiento valía por dos y salía feliz por estar en un lugar tan maravilloso rodeado de aire puro, colorido, libertad, silencio, el sonido de los pájaros y, en ocasiones, la cercanía de la montaña”.

“Además – continúa apuntando el corredor cántabro -, en aquellos momentos en los que participé en mis primeras carreras con forma de cross todavía no era consciente de ello, pero poco después me di cuenta de que realmente yo ya estaba entrenado gracias a la niñez tan dura que pasé en el valle del Pas y que la forma en la que me crie hizo que desde el principio sintiese que había nacido para correr”.

“En el valle del Pas dicen que ser pasiego es tener media carrera hecha y realmente sales de allí curtido. Pasé toda mi infancia allí arriba, viviendo en cabañas sin agua corriente ni luz eléctrica, con candiles de carburo, rodeado de vacas, cabras y ovejas, con una alimentación lo más natural posible y en un entorno tan agreste y de difícil movimiento que hacía que todos los que teníamos cierta edad tuviésemos que trabajar, ya fuera recorriendo largas distancias con el burro para llevar leche hasta la carretera, yendo al manantial a por agua o a buscar leña, subiendo arriba con las vacas para cerrar el postigo o recorriendo cada día los kilómetros que nos separaban del colegio. Más tarde, cuando tenía 13 o 14 años, mis padres vendieron el ganado y se fueron a vivir a Holanda y me dejaron solo con unos tíos en Zaragoza. Después de desarrollarme físicamente en las montañas pasiegas, en Zaragoza me curtió la soledad y todo aquello hizo que fuera conformando una filosofía de vida que siempre ha estado muy apegada al esfuerzo, al trabajo y al hecho de que nunca me haya asustado nada: podrían correr más rápido que yo en las carreras, pero nunca me ganarían entrenando más duro”.

De nuevo regresando al campo a través y a los orígenes de José Manuel Abascal antes de convertirse en uno de los mejores mediofondistas de todos los tiempos, en 1975 se proclamó campeón de España juvenil de campo a través en Valladolid por delante de atletas como José María Calderón, Domingo Ramón, Antonio Prieto o el propio López Egea.

En 1977 fue subcampeón de España junior de campo a través por detrás de Santiago Llorente y formó parte de la selección nacional que quedó subcampeona del mundo junior por equipos en Düsseldorf por detrás de Estados Unidos, con Santiago Llorente segundo, el propio Abascal noveno, Luis Sastre decimocuarto y el Taca decimoquinto.

“Julio Bravo era el seleccionador en aquel mundial y el día anterior nos reunió y nos dijo que nos iban a dar unas ayudas económicas si teníamos buenos puestos, pero que él iba a estar allí y que si veía a alguien que no terminaba en el suelo con una fatiga extrema le dejaba sin dietas, aunque acabase campeón. Nada más terminar la carrera fui a felicitar a Santiago Llorente por su gran segundo puesto y nos fundimos en un enorme abrazo de celebración hasta que me di cuenta que Bravo nos estaría mirando. Se lo dije a Santiago y los dos nos tiramos al suelo inmediatamente como si estuviéramos muertos, por si se le ocurría quitarnos las dietas”, relata Abascal entre risas.

“En 1979 pasé de junior a absoluto y quedé subcampeón de España de campo a través en Vic, por detrás de Fernando Cerrada – continúa recordando Abascal -. Tras el campeonato de España nos concentraron en Palencia a diez atletas, de los que saldría la lista de seis o siete que viajarían al mundial de Limerick en Irlanda. En aquella ocasión el seleccionador era Gerardo Cisneros y el primer día nos dijo que el que no se entregara a tope en los entrenamientos no entraría en el equipo, lo cual me lo tomé tan a pecho que aprendí una de las lecciones más importantes de mi vida como atleta. Durante los 15 días que estuvimos en la concentración, cada mañana corríamos un cross de 12 o 15 kilómetros y Cisneros aparecía siempre por las eras como por arte de magia. Por las tardes, hacíamos series de mil, dos mil o tres mil metros. Y yo iba siempre tan a tope que por las noches ni siquiera podía dormir por el cansancio. Acabé entrando en la selección absoluta por primera vez, pero terminé tan exhausto que hice un mundial tan desastroso que acabé en la posición 152. José Luis González, que apenas había podido entrenar en Palencia porque estaba renqueante fue el mejor de la selección y en ese momento aprendí la importancia de gestionar bien los esfuerzos en los entrenamientos, algo que ya no olvidaría jamás”.

Ya en la pista, luego llegarían los récords de España de 1.500 metros. El debut olímpico en Moscú 1980. La medalla de bronce en el europeo de Atenas 1982. El quinto puesto en el mundial de Helsinki 1983. Las medallas de plata en los europeos de pista cubierta. La histórica medalla de bronce en el estadio olímpico de Los Ángeles al que regresaremos dentro de cuatro años. El protagonismo en los mejores mítines y millas del mundo en uno de los momentos más apasionantes de la historia del medio fondo mundial. Y, como si del cierre de un círculo se tratara, aquella histórica carrera en Itálica durante los últimos años de su trayectoria profesional y antes de hacer su mejor cinco mil de siempre en Oslo.

¿Qué nos enseña realmente el campo a través?, preguntamos a José Manuel Abascal mientras le escuchamos hablar sobre la importancia de transmitir las experiencias a los más jóvenes.

“En la vida se mejora con la derrota y sabiendo perder – termina de contarnos el legendario corredor cántabro -. Cuando éramos jóvenes y corríamos en busca de esa libertad, no existía el miedo: el miedo era libre y nosotros no lo teníamos. A pesar de ser tan jóvenes, estábamos muy curtidos, habíamos pasado unas infancias muy difíciles y estábamos muy acostumbrados a trabajar y a soportar unos entrenamientos extenuantes con una dureza extrema. Lejos de la pista y de los grandes estadios, durante los meses más fríos el campo a través te enseña mucho de todo ello”.

JOSÉ MANUEL ABASCAL EN IMÁGENES Y VÍDEO

 

Fuente: https://atletismorfea.es/federacion/communication-hub/noticias/jose-manuel-abascal-y-la-escuela-del-cross. (REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE ATLETISMO).

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