23/11/2024

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Santander y el origen romano, calagurritano y asturiano de los patronos San Emeterio y San Celedonio

EL TEÓLOGO ASTURIANO RAFAEL TOMÁS MENÉNDEZ DE LUARCA Y QUEIPO DE LLANO (1743-1819) DECLARÓ A SAN EMETERIO Y SAN CELEDONIO PATRONES DE SANTANDER EN 1791

En el año 1791, el Papa Pío VI declaró a San Emeterio y San Celedonio como patrones, de la Diócesis de Santander a petición del Obispo Menéndez de Luarca consagrando el 30 de agosto como su día. La devoción a los Santos Mártires a partir de esta fecha traspasa el ámbito de la Ciudad de Santander. Pero realmente, la historia de los Santos Mártires no comienza en estas fechas, sino que debemos remontarnos a los orígenes medievales de Santander, ya en las constituciones del abad D. Nuño Pérez en 1310 se refiere a la iglesia con el nombre de los Santos Mártires Emeter et Celedon pues desde tiempo inmemorial fueron patronos de la iglesia y de la villa. Con motivo de las invasiones musulmanas, los habitantes de la Península Ibérica se preocuparon de poner a salvo las reliquias de los Santos y llevarlos a sitios seguros; se piensa por tanto que por esas fechas llegaron las cabezas de San Emeterio y San Celedonio al monasterio situado en el Cerro de Somorrostro, por obra la inmigración de cristianos calagurritanos, desde la ciudad de Calahorra (la antigua civitas de Calagurris) a donde hoy en día se ubica la Catedral. La llegada de tales reliquias cuyo nombre y devoción hizo memorable al antiguo monasterio (esta palabra no responde a nuestro concepto actual pues en su origen no se puede adherir a ninguna orden monacal) promovió un aumento poblacional alrededor de él. De estos tiempos oscuros del medievo sabemos que en los siglos VIII y IX, durante el reinado de Alfonso II de Asturias, el monasterio pasó a ser abadía, siendo promocionada posteriormente, durante el reinado de Alfonso VII de León, a colegiata y ya en los siglos XIII o XV se comenzaría a construir la iglesia superior.

En el siglo XVI, más concretamente en 1533, se redescubrirían las reliquias situadas en la antigua cripta de la hoy conocida como la Iglesia del Santo Cristo. Este suceso no nos debe extrañar pues en ocasiones se escondían las reliquias importantes para prevenir su robo o saqueo, provocando que posteriormente no se conociera o recordara su localización exacta dentro de la Iglesia o edificio en donde se situaban. Este descubrimiento, en términos antiguos eclesiásticos se llama “Invención” hoy en día hablamos de profanación piadosa. A partir de ese año, se celebraría el tercer día de Pascua de Resurrección la conmemoración de tal redescubrimiento de las Santas Cabezas.

Litúrgicamente, su festividad se celebraría originalmente el 3 de marzo, día que se hacía coincidir con la fecha correspondiente al martirio de San Emeterio y San Celedonio (de ahí que en Calahorra se continúe celebrando en esta fecha); sería a partir de 1669 cuando se cambiaría la fecha a la que hoy en día seguimos empleando en Santander, el 30 de agosto.

En 1676 hay un acta en la que se da constancia de esta tradición litúrgica santanderina y que dice lo siguiente: “la justicia y el Ayuntamiento expresaban al Cabildo el deseo grande del pueblo de celebrar la procesión solemne con las Santas Cabezas que de tiempo inmemorial se viene celebrando.   Finalmente, en 1754, la colegiata pasó a ser Catedral, pues se creó la Diócesis de Santander hecho que facilitaría que en 1755 se concediese a Santander la categoría de ciudad y capital de provincia.

Tenemos también noticias de que el Obispo Menéndez Luarca, devoto entusiasta de San Emeterio y San Celedonio, en 1743 consagró una de las campanas de la catedral con el nombre de “campanón de los Santos Mártires” y la otra “de la Virgen del Carmen”, subrayando con ello la naturaleza fundamentalmente marítima de Santander. Con respecto a esta campana consagrada a los Santos Mártires, Martínez Mazas nos relata lo siguiente: “siempre que hay tormenta o borrascas de mar se hace tocar la campana para avivar la fe y dar a los que peligran [marineros] el consuelo de que todo el pueblo se acuerda y compadece de ellos y los encomienda al patrocinio de los abogados”. Este hecho ha tenido continuidad a lo largo de los siglos, y ya en el XIX lo vemos refrendado en el libro “Sotileza” de Pereda  cuando relata: “sonó una tarde (el “campanón”), retumbante, acompasado, lento y fúnebre cuando la fragata La Unión era empujada por las olas de un modo fatal e inexorable hacia las Quebrantas“.

El nombre de Santander deriva de Santanderium

Por si no fuera ya poco, para comprender aún más la gran importancia que tuvieron los Santos Mártires, San Emeterio y San Celedonio, en la historia de Santander desde tiempos tan remotos, se cree incluso por parte de algunos estudiosos (historiadores y filólogos) que el nombre de Santander tiene aquí su origen, en Sant Emeter. Por el contrario, Martínez Mazas expone que el origen del actual nombre de Santander parte de la existencia de una ermita medio caída que se llamaba “San Andrés” (a cuyo santo estaba evidentemente dedicada) y que se encontraba emplazada en la falda opuesta de la colina que va desde San Román – Peñacastillo hasta el Sardinero; con ello, llega a la conclusión de que no es descabellado pensar que en aquel lugar se asentase una parte de la población antigua y que dicha ermita (de San Andrés) fuese su iglesia parroquial, derivando el término de Sancti Andreae a Sant Ander y posteriormente siendo desfigurado hasta alcanzar el término actual de “Santander”; continuando con esta hipótesis, Martínez Mazas considera que es verosímil que edificado después el monasterio y nueva parroquia en donde hoy se halla la catedral, la población se desplazase a los alrededores de dicho monasterio.

De un modo u otro, esta segunda hipótesis no mengua la importancia del primitivo monasterio y no excluye que a partir de él, la población arrimada al enclave se llamase de “San Emeterio” como indica en su obra: ”en un mismo siglo XII y otros posteriores, y en el reinado de Alonso VIII se encuentran memorias que refieren el abad, el monasterio, el puerto y la villa de Sant Anderio, que es el nombre que ha prevalecido hasta ahora, y otras con del de Sancti Emetherii, lo que prueba que tenían ambos nombres”.

Cabe mencionar una tercera hipótesis formulada por Juan Castañeda, citado en el libro de Casado Soto, y que relata que el nombre de Santander deriva de Santanderium, que significa “lugar a donde están los santos”. Por otro lado, recordemos que la abadía de los Santos Mártires fue conocida como de los Santos Cuerpos (por las reliquias que guardaban, incluyendo el brazo de San Germán entre otras).

Estos datos históricos, como suele pasar tan a menudo en cuestiones tan remotas en el tiempo, se han entrelazado con la leyenda, que como es de esperar, explica de una manera más prodigiosa la llegada de las reliquias a Santander. Esta leyenda cuenta que San Emeterio y San Celedonio fueron dos hermanos oriundos de Calahorra (antigua Calagurris riojana) que habiendo servido en las legiones romanas, profesaron su fe cristiana en la turbulenta época del emperador Diocleciano, sufriendo por ello la persecución y martirio por el que es tan conocido su reinado; tras ser decapitados, sus cabezas fueron arrojadas al río Ebro, recorriendo todo el litoral peninsular hasta llegar a nuestras costas, creando en el proceso la forma por la que se caracterizó la isla de la Horadada (desaparecida hace años por un temporal y llamada antiguamente Peña de los Santos Mártires) hasta alcanzar finalmente el Cerro de Somorrostro al que en aquél entonces bañaban las aguas del Cantábrico y en donde se levantaría la abadía de San Emeterio. Cabe resaltar que esta travesía emula o nos asocia con Moisés, por ello que la leyenda hable de que las cabezas iban en una canasta.

En relación con la Horadara recordemos los versos que Amós de Escalante compuso en un romance:

“La Horadara dice el pueblo / que allí cerca gana el pan,/ más la Peña de los Mártires / llamose tiempo atrás…”

Finalmente, a partir de su declaración como Patronos de la Diócesis y de la ciudad de Santander, es por lo que cada 30 de agosto y hasta la actualidad se ha celebrado la festividad, habiendo oficios religiosos desde el siglo XVI, los cuales siempre han abarcado misa, procesión y exposición para la veneración de las reliquias. Martínez Mazas[7] de nuevo, nos cuenta lo siguiente: “el pueblo se alegra y se llena de confianza cuando se manifiesta al público [las reliquias de los Mártires] y especialmente los marineros en los contratiempos del mar acuden a la bien experimentada protección de sus patronos».

Imagen: Fotografía de 2017, Procesión Somorrostro (obispo D. Manuel Sánchez Monge).
Fotografía cedida por Carlos Ortega.

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