«Las puertas del templo de Jano se abrían en tiempos de guerra y se cerraban en tiempos de paz, que era casi nunca»
(Fernando Ferrer Viana)
Las sociedades occidentales son incapaces de defender la democracia porque no creen que la guerra sea posible ni tienen el espíritu de sacrificio necesario para enfrentarse a un conflicto; en consecuencia, sus fuerzas armadas tienen serios problemas de reclutamiento y retención de personal que afectan sustancialmente a su capacidad de combate. Sin capacidad de disuasión, las democracias se verán seriamente cuestionadas en un momento delicado por la situación en Ucrania, Oriente Medio y Taiwán, por lo que es imperativo asumir la necesidad de defenderse.
El problema
Las dificultades de reclutamiento agobian a los ejércitos profesionales occidentales. La juventud actual no se alista como lo hizo la de generaciones anteriores, por lo que las sociedades democráticas no pueden aportar a sus ejércitos el personal con las actitudes y capacidades necesarias para cumplir su misión. La brecha entre las necesidades ‒perfiles exigentes en capacidad y actitud‒ y las disponibilidades ‒aspirantes alejados de los estándares solicitados‒ lesionará decisivamente la operatividad militar a corto plazo. Las Fuerzas Armadas españolas han reducido sus efectivos el 10% en la última década: de 130.039 personas en 2010 han pasado a 116.961 en 2023; en la clase de tropa la disminución ha sido del 11,5 % y la ratio de aspirantes por plaza ha descendido de 20 en 2015 a sólo 5 en 2020.
En Estados Unidos, en 2022, sólo el 9 por ciento de los jóvenes de entre 17 y 24 años se mostraron dispuestos a servir en las fuerzas armadas y el 71 % de los aspirantes no cumplieron ‒la mayoría por sobrepeso y obesidad‒ los criterios físicos de ingreso; si continúan estas deficiencias en 2040 no se cubrirán la mayor parte de las plazas convocadas. En Alemania, en los primeros cinco meses de 2023, los aspirantes descendieron en un 7 % respecto al mismo período del año anterior; la Bundeswehr sufre un 30 por ciento de tasa de abandono por lo que el ambicioso objetivo de aumentar, para 2031, el número de soldados de los 183.000 actuales a 203.000 se presenta inalcanzable.
En Francia, por primera vez en diez años, el ejército no alcanzó sus objetivos de reclutamiento; hubo 1.182 soldados menos entre 2021 y 2022 y en 2023 no se cubrieron 2.500 plazas de las 16.000 convocadas. Las fuerzas armadas británicas tampoco consiguen frenar la crisis de personal; en 2023 causaron baja 5800 efectivos más de los incorporados; el ejército ‒con apenas 70.000 soldados‒ se ha reducido en un 40 por ciento desde 2010 y la fuerza aérea carece de los pilotos e ingenieros necesarios. Los ejércitos ruso y chino no tienen los mismos problemas. En China el servicio militar es obligatorio, pero normalmente el número de aspirantes voluntarios supera a la cuantía de efectivos a incorporar; Rusia, por su parte, recluta anualmente un contingente de 300.000 soldados de reemplazo.
Las consecuencias
Si no se soluciona el problema de personal, la capacidad de disuasión de las democracias se verá seriamente cuestionada en un momento delicado por la situación en Ucrania, Oriente Medio y Taiwán. De 1990 a 2020 Alemania redujo el número de grupos de combate ‒unidad militar que ronda los 800 hombres‒ el 85 %, Italia el 66, Francia el 58, Reino Unido el 47 y las fuerzas estadounidenses en Europa el 84 (Figura 1).
Figura 1: La capacidad de los ejércitos occidentales ha disminuido notablemente https://www.economist.com/graphic-detail/2020/03/02/western-european-armies-have-shrunk-dramatically
En Alemania, en 2018, sólo el 39 % de los carros de combate Leopard estaban operativos y la mitad de los aviones Eurofighter no podían despegar de forma inmediata. En 2023, Reino Unido tuvo que dejar dos buques de guerra en el dique seco ‒el HMS Westminster y el HMS Argyll‒ para mantener operativas nuevas fragatas, y Polonia no tiene los efectivos necesarios para desplegar cinco divisiones pesadas.
Las causas
La causa principal de la crisis de reclutamiento es el alto porcentaje de la población que no está dispuesta a luchar por su país (Figura 2): Italia el 78, Austria el 62, Alemania el 57, España el 53 y Estados Unidos el 41 %.
Figura 2: Pocos ciudadanos en los países occidentales están dispuestos a luchar por su país. https://www.gallup-international.bg/en/48127/fewer-people-are-willing-to-fight-for-their-country-compared-to-ten-years-ago/
En este último caso ‒que puede servir como ejemplo‒ los jóvenes estadounidenses no se han alistado por su rechazo a la posibilidad de morir o ser herido en la guerra, al estrés de combate, a dejar familia y amigos y al modo de vida militar (Figura 3).
Figura 3: Principales razones de los jóvenes estadounidenses para no alistarse en las fuerzas armadas. https://usafacts.org/articles/military-recruitment-is-down/
Las principales causas sociales de la crisis de alistamiento son la falta de conciencia de defensa, la fragmentación social, la demografía y la desconfianza en las instituciones.
Falta de conciencia de defensa
La mayor parte de la población de Occidente desconoce el conflicto bélico y no es consciente de la rareza histórica que supone el prolongado período de paz que disfruta, por lo que no está preocupada ante la posibilidad de una guerra próxima. Al no compartir la sociedad civil los valores militares, los jóvenes están cada vez menos dispuestos a defender a su país.
Demografía
Las sociedades europeas sufren un fuerte declive demográfico; la tasa de fecundidad media es inferior a 1,5 hijos por mujer y la edad media de la población aumentó de 36 años en el año 2000 a 42 años en 2023. Para 2050, Alemania tendrá un 12 por ciento menos de personas en el grupo de edad de 15 a 24 años.
En Estados Unidos se prevé, a partir de 2026, una reducción alarmante de personal alistable por causas demográficas que afectará sensiblemente al reclutamiento (Figura 4); en 2029 sólo habrá 8 millones de jóvenes de 18 años.
Figura 4: Estados Unidos se enfrenta a una drástica disminución de personal alistable. https://www.militarytimes.com/opinion/2023/09/29/the-demographic-and-fiscal-time-bombs-ticking-inside-the-pentagon/
Desconfianza en las instituciones
El compromiso cívico de los países democráticos está en decadencia; el porcentaje de desconfianza de la ciudadanía en las instituciones es de los peores del mundo (Figura 5): Reino Unido el 39, Alemania el 45, Estados Unidos y España el 46, Francia el 47, Suecia el 49 e Italia el 50 %.
Figura 5: La desconfianza en las instituciones de los países occidentales es de las peores del mundo. https://www.edelman.com.es/sites/g/files/aatuss396/files/2024-03/2024%20Edelman%20Trust%20Barometer_Spain%20Report.pdf
Las medidas
Explicar la situación
Los gobiernos occidentales deben mentalizar a sus ciudadanos ante un posible conflicto convencional, algo harto difícil dado la cultura antibélica de sus sociedades. Sin embargo, Reino Unido y Estados Unidos lo hicieron en las dos guerras mundiales: se imprimieron millones de libros, carteles y dibujos; decenas de miles de oradores realizaron cortos discursos en pequeñas comunidades; se produjeron cientos de películas y se crearon comités de celebridades, que invitaba a personas de prestigio social a asociarse a la causa para captar el favor de la opinión pública.
Conscripción (Servicio Militar Obligatorio)
Ante el fracaso del reclutamiento en los ejércitos voluntarios, la inevitable alternativa es la conscripción ‒ya la han adoptado varios países europeos‒ pero su implementación será difícil por la falta de apoyo social y por el alto número de jóvenes no aptos para ser alistados; lo que tendrá consecuencias muy negativas. La situación no es nueva, en el pasado siglo las sociedades democráticas ‒refractarias a la guerra‒ pagaron un alto precio por reclutar a soldados de forma rápida sin la necesaria mentalización para combatir. La aprobación, en 1941, por el Congreso de Estados Unidos de la prórroga del servicio militar obligatorio desencadenó una crisis moral en las tropas con graves consecuencias en la operatividad militar; «sólo un cambio radical en el pensamiento del país −señaló Stimson− puede resolver el problema». La imagen de fragmentación dada por las élites estadounidenses en el amargo y descontrolado debate político sobre la participación del país en la Segunda Guerra Mundial tuvo un efecto nocivo en la voluntad de vencer de los ejércitos. El factor social más desestabilizador fue la asimetría de esfuerzos; «no es viable ‒precisó Railey‒ responsabilizar a un pequeño número de ciudadanos de una parte desproporcionada de la carga». En suma, se precisa una sociedad unida y sacrificada en la retaguardia que sustente unidades bien instruidas, equipadas y disciplinadas en el frente, «lo cual ‒enfatizó Railey‒ no se improvisa; debe ser minuciosamente planificado y sistemáticamente promovido».