23/11/2024

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Jesús Alberto García Riesco (Coronel y politólogo): «El urgente plan de movilización industrial europeo»

«Europa se enfrenta a costes energéticos más elevados que los de EEUU y China»

Rusia ha puesto su economía en pie de guerra; asume un conflicto largo con una Europa a la que −al tener que volcarse Estados Unidos en el Pacífico y en Oriente Medio− prevé aislada y sin la necesaria capacidad de combate ni la adecuada producción de guerra. Europa debe prepararse para un posible ataque ruso; los imprescindibles esfuerzos para disuadir a un adversario cada vez mejor armado palidecen en comparación con los inimaginables sacrificios de una guerra defensiva, por lo que es urgente −además de desarrollar la capacidad de combate− un creíble plan de movilización industrial.

Una hipótesis peligrosa

Europa necesita comprometerse urgentemente con su seguridad para responder a la nueva situación: tendría que defenderse, sin el apoyo de Estados Unidos (EEUU), ante una Rusia que ha mejorado sustancialmente su capacidad de combate.

Economía rusa en pie de guerra

Rusia ha aumentado notablemente la producción bélica y en los próximos dos o tres años estará en su máximo rendimiento. Desde el comienzo de la invasión a Ucrania ha pasado de fabricar mensualmente 40 misiles de largo alcance a más de 100 y la producción de municiones de artillería casi se ha duplicado; también ha desarrollado radares avanzados que mejoran las capacidades de los aviones de combate de cuarta generación.  Las cadenas de suministro se han rediseñado para garantizar la seguridad y «las fábricas de municiones, vehículos y equipos −precisa Roth− funcionan las 24 horas del día en turnos de 12 horas».

Sin apoyo de Estados Unidos

El peligro radica en que China intente, a finales de esta década, bloquear o invadir Taiwán o territorios en los mares circundantes, lo que demandaría plena dedicación de EEUU en detrimento de Europa, quien no podría contar con su apoyo en caso de un ataque simultáneo ruso.

Debilidades estructurales

La UE es consciente de que el entorno de seguridad se complica por momentos pero su industria de defensa no está preparada para producir las armas y municiones que demanda un conflicto convencional; su debilidad −mostrada al deteriorarse el orden de seguridad global− radica en cuatro deficiencias clave: la debilidad militar, el caducado paradigma globalista, la escasez de materias primas y la falta de competitividad industrial.

La debilidad militar

Ser fuerte y tener capacidad de disuasión es difícil y costoso por lo que la influencia global de la Unión Europea (UE) es limitada; mientras China y Rusia están añadiendo bases en el extranjero para ampliar su influencia en el mundo, Europa −incapaz de defenderse ni de proyectar poder al exterior− está retrocediendo. La UE tampoco puede garantizar el paso seguro de sus barcos a través del Canal de Suez o del Estrecho de Ormuz.

El paradigma globalista

La globalización −que ha enriquecido al mundo− ha minado las capacidades geopolíticas del Continente. Europa ha reducido significativamente su industria bélica en las últimas décadas debido al modelo globalista −más centrado en la gestión de crisis que en la defensa territorial− y a la crisis financiera; ha sacrificado la producción en masa en aras de atractivas soluciones cortoplacistas basadas en la alta tecnología, lo que ha deteriorado su capacidad de producción industrial. En consecuencia, en el momento geopolítico actual los países europeos están tratando de gestionar una situación cada vez más peligrosa e insostenible.

Las crisis de materias primas

La era de la ingenuidad europea ha terminado; su excesiva dependencia de las importaciones de materias primas críticas amenaza con socavar industrias cruciales. La UE importa materiales críticos para su industria de guerra cuyo abastecimiento es inestable; depende de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero Rusia apenas suministra y China ha rescindido las exportaciones de grafito, galio y germanio. Los suministros también se verían afectados por conflictos bélicos que lesionan la globalización y fragmentan el comercio geopolítico.

La menor competitividad industrial

​Pasar de adquirir materias primas baratas en el exterior a producir en el Continente implicará mano de obra más cara y precios más altos; Europa se enfrenta a costes energéticos más elevados que los de EEUU y China, lo que potenciará su desindustrialización. Desde el estallido de la guerra de Ucrania, la producción industrial de Alemania ha disminuido un 5 por ciento, mientras que las de China y EEUU han aumentado un 11 y un 5 % respectivamente.

Vulnerabilidades a superar

Las reservas de guerra son peligrosamente bajas y se carece de la capacidad industrial para responder a la demanda actual. Se precisa más coordinación, contratos largos, comprar más en Europa y vender menos a otros países.

Falta de coordinación

Los estados europeos todavía no están coordinando sus esfuerzos de adquisición; es indispensable trabajar juntos para combinar pedidos y crear economías de escala.

Las empresas necesitan contratos largos

Las empresas temen que la demanda europea pueda colapsar si la guerra de Ucrania termina abruptamente; Brandtzæg aboga por «contratos de producción de 10 a 15 años para poder realizar las necesarias inversiones».

Los gobiernos europeos compran en otros países

Alemania, por ejemplo, está utilizando su fondo Zeitenwende para adquirir cazas F-35 a EEUU y la Iniciativa Europea Sky Shield para comprar misiles Patriot a EEUU y Arrow a Israel.

Las firmas no dan prioridad a la seguridad europea

Muchas empresas privadas de defensa europeas se centran más en las exportaciones que en las necesidades de la demanda continental; «sólo el 15 % de las exportaciones de armas de la UE se destinan al mercado europeo».

Esfuerzos realizados

El Fondo Europeo para la Defensa (European Defence Fund, EDF), fue aprobado en 2020 para lograr la autonomía estratégica mediante el estímulo de la competitividad, la eficiencia y la capacidad de innovación de la industria de defensa. La Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa (The Strategic Compass for Security and Defence), aprobada en 2022, estableció una fuerte capacidad de despliegue rápido y un fortalecimiento de la base industrial de la defensa para llenar los vacíos estratégicos y reducir las dependencias tecnológicas.
​La ley de Materias Primas Críticas (The Critical Raw Materials Act, CRMA) pretende evitar la creciente dependencia unilateral y fortalecer las cadenas de suministros mediante un sistema de alerta temprana y un mecanismo de gestión de crisis; «debemos romper −señala Brantner− con la dependencia de energía y materias primas baratas». El Fondo Europeo para la Paz (European Peace Facility, EPF) cuenta con 1.000 millones de euros para reembolsar a los países miembros por municiones y misiles enviados a Kiev; otros 1.000 millones se destinan a comprar municiones de forma conjunta.

La ley de Apoyo a la Producción de Municiones (Act in Support of Ammunition Production, ASAP), pretende potenciar la producción de municiones y misiles con 500 millones de euros.
La ley de Contratación Común (European Defence Industry Reinforcement through Common Procurement Act, EDIRPA) proyecta que se adquiera de forma conjunta material de defensa; «debemos sostener y ampliar los enfoques ASAP y EDIRPA −señala Breton− y enlazar con el próximo presupuesto de la UE».

Modelos históricos de movilización industrial

Las medidas adoptadas son necesarias pero no suficientes. Se precisa crear nuevas líneas de producción, modernizar las existentes y reabastecer los almacenes de munición; «debemos producir más y más rápido y no depender de otros −señala Breton− pero sobre todo hay que trabajar en el concepto de disponibilidad de material de defensa».  La solución pasa por cambiar la mentalidad existente por una cultura de economía de guerra que permita realizar planes de movilización realistas.

Guerras mundiales

Los dos modelos clásicos son el de Rathenau y el de Knudsen; tanto el Departamento de Materias Primas de Guerra de la Alemania imperial (Kriegsrohstoffabteilung, KRA) como la Oficina de Gestión de Producción (Office of Production Management, OPM) de la administración Roosevelt gestionaron bien la movilización industrial para enfrentarse a la guerra.

La ley de Producción de Defensa estadounidense de 1950

Sin embargo, sin olvidarse de la guerra total, lo más lógico en estos momentos −ante la guerra de Ucrania− es tomar por referencia la ley de Producción de Defensa estadounidense de 1950 (Defense Production Act, DPA) cuya finalidad era garantizar la disponibilidad de material bélico durante la Guerra de Corea.
A tal objeto la DPA otorgaba al Presidente estadounidense facultades para ordenar a las entidades privadas dar prioridad a las compras del Gobierno, renunciar a los requisitos de comercio internacional para asegurar las cadenas de suministro desde el extranjero, intervenir empresas y exigir la instalación de ciertos equipos en las plantas de producción. También tenía capacidad para racionar los bienes de consumo, limitar precios y salarios e imponer acuerdos de resolución de conflictos laborales. Para financiar estas medidas, el Presidente disponía de un amplio abanico de instrumentos financieros: confiscación de recursos, impuestos, endeudamiento y fabricación de moneda.

Conclusiones: Medidas urgentes

Los ejércitos voluntarios europeos −con problemas de reclutamiento y motivación− no pararán a Rusia como lo ha hecho Ucrania; la voluntad de vencer de ambos países −eslava− se funda en una fuerte cohesión nacional −de la que carece Occidente− magistralmente relatada por Tolstoi en sus inigualables retratos del alma rusa. Urge una doble reacción: movilizar a las mentes y los corazones, es decir, convencer a la opinión pública europea de la gravedad de la situación −al modo de lo realizado en EEUU por los presidentes Wilson en 1918 y Roosevelt en 1941− y aportar los mejores medios a los combatientes con una producción bélica realista que necesariamente conlleva el sacrificio de todos.

El costo de la inacción

La UE fue creada como un bloque pacifista de libre comercio. Este statu quo considera que la guerra no le afecta, pero los conflictos en Ucrania y Gaza la han situado fuera de su zona de confort con interrogantes inquietantes. Si bien los costos de enfrentarse a los desafíos que esto presenta son enormes, el precio a pagar por no responder a ellos es inimaginable.

Autor: Jesús Alberto García Riesco / Coronel (r) y politólogo / Asociación Española de Militares Escritores

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