«La empresa ya está asumiendo una carga por el descenso de productividad de los empleados que tienen que dedicar parte de su jornada laboral a enseñar a los alumnos en prácticas»
La medida, aprobada por RDL 5/2023, entrará en vigor el 1 de enero, y supone que los alumnos de FP que realicen prácticas en las empresas deberán ser dados de alta en Seguridad Social y deberá cotizarse por ellos.
La obligación de dar de alta a los alumnos en la Seguridad Social para empezar a cotizar a partir de enero, como exige el Gobierno supone un obstáculo y una obligación más para la empresa, absolutamente injustificada. La medida afecta a los estudiantes universitarios y de FP que podrían no poder acceder a su titulación porque las prácticas son obligatorias en sus programas formativos, simplemente porque se producirá una reducción de las empresas en las que realizar sus prácticas.
Hay que tener en cuenta que estos alumnos no son becarios que acaban sus estudios y se van a trabajar, sino necesitan las prácticas para completar sus estudios y obtener la titulación. El asunto es más grave cuanto más pequeña es la empresa: Si ya será complicado con la formación reglada, donde las prácticas duran varios meses, peor será con los contratos para certificados, que son de pocas semanas. Adicionalmente, que los alumnos que cobran el paro lo tendrán más difícil con esta medida. A esto hay que añadir que la empresa ya está asumiendo una carga por el descenso de productividad de los empleados que tienen que dedicar parte de su jornada laboral a tutorizar y enseñar a los alumnos en prácticas.
No se entiende que el Gobierno busque trasladar a España el modelo de FP alemán, con la exigencia de cotizar en prácticas, porque son sistemas distintos en el desarrollo de la formación y porque la economía española es más estacional que la alemana; no se pueden replicar algunas partes y otras no.
La formación dual alemana se basa eminentemente en el trabajo práctico. En la mayoría de los casos tiene una duración de entre dos y tres años y medio. A su vez, se subdivide en dos fases: cada semana pasará uno o dos días –en determinados casos se tratará de todo un bloque temático continuado– en una escuela de formación profesional. Allí, el profesorado le transmitirá los conocimientos teóricos. Durante los demás días estará en una empresa. Es, por tanto, un sistema diferente – especialmente en su duración – al implantado en España.